Un cuento que nos hace pensar...
Las vacaciones son para Catalina días de alegría. Casi siempre va una semana a la casa de los tíos. Felipe es tío de Catalina y vive con Olga en un pueblo del interior desde hace muchos años. ¡Cada visita es una aventura!
La tía Olga trabaja en una tienda y el tío Felipe es mecánico. Felipe es experto en motores y en la ciudad todos conocen el “Taller de Felipe”. Esa mañana, sin embargo, el taller no abrió sus puertas. Y la tía tampoco fue al trabajo.
Era raro, ya que era lunes. Mientras todo el mundo iba al trabajo, en la casa de Felipe y Olga era como tener un segundo domingo.
— ¡A desayunar rápido! Tenemos que salir a unos mandados en la ciudad…—, le dijo el tío. A la pequeña Catalina no le gustaba mucho salir temprano, pero estando de paseo accedió sin protestar.
Felipe mateaba desde temprano y ya estaba preparado el desayuno para Catalina. A la tía le encantaba hornear tortas de limón para el desayuno. ¡O pancitos de queso…! Riquísimos y fresquitos.
—Hola, tía...— decía Catalina— ¡Qué raro que no estás tomando leche, como todas las mañanas! ¿Querés un pancito de queso?
—No, gracias. Tal vez cuando volvamos— le respondió tía Olga. Y agregó: —¿Vamos? Nos abrigamos y salimos.
Llegando a la plazoleta, Felipe y Catalina se quedarían jugando en las hamacas.
— Olga, ¿llevás la Cédula?
— Sí, viejo, no te preocupes. Quédense acá, que en un ratito vengo-, indicaba la tía al tiempo que se despedía con un calentito beso en la mejilla.
—¿A dónde va la tía?—, preguntó Catalina.
—Va al Banco a donar sangre.
—¡Sangre! ¿Qué es donar sangre? ¿Y no iba al Sanatorio? ¿En qué banco trabajan con sangre?—, preguntó Catalina con los ojos grandotes mientras se hamacaba.
El tío Felipe comenzó entonces a explicarle.
—Va al Banco de Sangre, que está en el sanatorio. Por eso hoy desayunó un tecito. Tiene que ir en ayunas y no puede tomar lácteos. Son esas las indicaciones generales para los donantes.
—¿Por qué dona sangre? ¿Qué significa "donar"?
—Donar es entregar algo que uno tiene sin esperar algo a cambio. Es regalar algo que otro necesita. Algunas personas necesitan sangre por distintas situaciones de salud. En el cuerpo todo necesita un buen servicio de transporte. En la sangre hay unas cositas llamadas glóbulos rojos, glóbulos blancos y muchas sustancias importantes. Son millones y muy chiquititos. Puedes imaginarlos como camionetitas en miniatura por la función que cumplen.
—¿Pueden verse autitos en la sangre?
—¡Jajaja!, no Catalina. Es solo para que imagines la función que cumplen.
—¿Y qué transportan? ¿Dónde dejan las cosas que llevan?
El tío se empezó a incomodar, pues podía explicar hasta allí con lo que sabía. Por suerte, cerca de ellos estaba Mario, un médico jubilado amigo de Felipe en el Club de Bochas. Mario también estaba acompañando al nieto, que bicicleteaba un poco más allá.
— ¡Mario…! ¿No me das una mano?
— ¿Qué contás, viejo cascarrabias? ¿Malcriando a la sobrina?
— Estamos esperando a Olga, que fue al Sanatorio, y la sobrina tiene preguntas.
— ¿Cómo anda esta niña? ¿Y en qué puedo ayudar…?—, preguntó el cordial médico, retirado pero entusiasta.
— Dice el tío que en la sangre tenemos autitos que transportan cosas. Los "globos"—, dijo Catalina ya como experta.
—Mas o menos es así, Catalina. No se llaman "globos", sino "glóbulos", y algunos tienen apariencia de globos aplastados.
Y es cierto: hacen algo parecido a las camionetas de reparto. Llevan oxígeno desde los pulmones a cada célula del organismo. Al mismo tiempo, para aprovechar el viaje, al retornar llevan el anhídrido carbónico desde las células del cuerpo hasta los pulmones para expulsarlo.
También viajan nutrientes contenidos en el plasma sanguíneo, como la glucosa, aminoácidos, lípidos y sales minerales. Pero no son los únicos elementos; están los glóbulos blancos, que son como una brigada vigilante que nos protege de microorganismos malos para la salud.
—¿Y por dónde hace todo esto? ¿Tenemos calles dentro del cuerpo?
— Calles, no...; se llama Sistema Circulatorio y es parecido a un conjunto de tuberías con una bomba que hace mover la sangre sin cesar.
— Hasta yo, que soy mecánico, sé cuál es esa bomba: el corazón.
— También sabrás que los cañitos del sistema circulatorio —arterias y venas— se van obstruyendo con el colesterol. Como los caños de las graseras, si nos descuidamos se tapan con la grasa. ¿No es así, viejo gruñón?—, le preguntó el doctor Mario al tio Felipe, frunciendo el ceño.
— Sí, sí... me estoy controlando el colesterol y hago ejercicios cuando puedo—, respondió Felípe mientras se ponía colorado como un tomate. Ya hacía unos años que Mario atendía a Felipe por el exceso de colesterol y la vida sedentaria, factores de riesgo que pueden evitarse.
—Doctor, ¿y qué significa que la tía sea donante?
—Es complicado explicar en detalle todas las funciones de la sangre. Pero es sencillo recordar que la sangre es fundamental para la vida. Y tu tía, como donante, ayuda a personas que necesitan recuperarse. La sangre no se puede fabricar y por eso es tan importante que la gente voluntariamente colabore. No solo es un gesto de generosidad que te hace sentir bien, sino que es un beneficio de salud que compartís. Donando, estás compartiendo tu buena salud con otros.
—¿La sangre de la tía es especial? Y vos, tío, ¿por qué no donás también?
—Vamos por partes… La sangre se clasifica en tipos o grupos sanguíneos. Y hay grupos que se llevan mal entre sí.
—¿Cómo me pasa a mí con algunos primos? El primo Bruno es un pesado… ¡siempre me está pegando!—, decía levantando los hombros.
—Los grupos sanguíneos del donante y del receptor tienen que ser compatibles. Si una persona recibe sangre que no es del grupo adecuado, le hará daño. Por eso, en los Bancos de Sangre se analizan cuidadosamente y se etiquetan para que no ocurran errores. Tu tía tiene un tipo de sangre que se llama de “donante universal” y se lleva bien con todos los grupos.
— ¡Por eso la tía se lleva tan bien con todo el mundo!—, sonrió Catalina.
— Pero eso es mérito de tu tía. El grupo de sangre es heredado de los padres y no se puede cambiar. Pero las actitudes y los buenos modos se aprenden…—, respondió el doctor Mario.
—¿Y por qué el tío no dona también?
— Si mal no recuerdo, además del tema del colesterol, vos eras hipertenso; ¿es así, Felipe?—, le preguntó el doctor Mario.
— Sí, pero últimamente está más controlado. La patrona usa menos sal en la cocina y prometí no agregar… Ya desde hace un tiempo me tienen siguiendo las indicaciones.
Mientras conversaban acerca de estas y otras cosas, llegó la tía, sonriente y pronta para ir a casa.
—Hola, Olguita.
—¿Qué tal, Mario? ¿Cómo andás? Aquí me ves, tomándome el día libre con la sobrina—, le respondió la orgullosa tía.
—¿Es por eso que no fuiste a trabajar a la tienda? ¿Te dan el día libre por donar sangre?—, preguntó Catalina, asombrada.
—Es una ley para los empleados públicos. Es derecho de los trabajadores que donan sangre tener el día libre. No solo para estar tranquilos y disponer de tiempo para ir al Banco de Sangre, sino porque el cuerpo necesita estar tranquilo y sin esfuerzo por ese tiempo, así como tomar líquidos abundantes, ingerir las cuatro comidas y no hacer esfuerzo excesivo… —, explicó Mario, experiente como médico y amigo.
—Y aunque es para empleados públicos, la patrona de la Tienda pone su grano de arena y me da el día libre. No hay caso, ¡cuando la gente quiere ayudar, se puede!, ¿no?— dijo Olga y agregó en tono desafiante: —Así que… ¡a casita a reponernos jugando a las cartas toda la tarde!.
—Y a vos, Felipe, te toca cocinar. Lo del día libre va en serio…
El tío se rascaba la cabeza pensando qué podría cocinar para agasajar a la heroína de la casa y a la sobrina.
FIN